1.- Quiero sumergirme en un lago contigo y sentir cómo el agua juega con nuestros cuerpos.
2.- Quiero después secarte con la luz del sol, mientras froto tu piel brillante y palpo cada resquicio, que quieres hurtarme.
3.- Te habrás cansado de robar con cautela y ya no quieres ser ladrona de tu cuerpo. Allí llegaré y secuestraré tu figura en robo franco y sin espera.
4.- Tengo la lengua, tengo los dedos, tengo el deseo…
5.- Mis armas se han multiplicado: tengo los ojos, tengo la urente ortiga, tengo el sexo despierto.
6.- Y palpo tu cuerpo exánime, a mi disposición, y toco y penetro con dedos y ojos y con los poros abiertos, dilatados los sentidos, abrasados de locura. La ceremonia no ha concluido. Vendrá luego la entrega definitiva.
7.- Despiertas en embeleso y robo entonces tu libertad para ponerme a tu antojo, ponerme yo a tu antojo. Ya no eres libre.
8.- Te fatigas de hurgar en mi cuerpo, la lengua cansada, los dedos adoloridos y púrpura tus mejillas. Soy dueño.
9.- Me pides que entre, que lama, que toque, que huela, que llore. Y yo convengo.
10- Somos esclavos y es ahora sexo tuyo y sexo mío, fundidos en la carne y los humores y en la imaginación, divina fatalidad cumplida, y se nos va la palabra y nos quedan los gemidos. Tu mirada y la mía no nos pertenecen, no somos nosotros mismos. Y en los dedos juegan hebras viscosas como hilos de la virgen, y en los ojos una bruma, y en la boca un suave ardor de labios rotos.
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